ESTUDIANTES
Hoy las escuelas se encuentran
vacías el verano prematuro y largo e interminable tiene a estos templos de la
educación solitarios, silenciosos, edificios espectrales, calles sin
automóviles que llevan a los niños a sus respectivos planteles, padres y madres
llevando a sus pequeños tomados de la mano a la escuela más cercana o al
kínder, hoy todo está vacío. La algarabía que producen sus risas amorosas ya no
se escucha, el correr como despavoridos por las aceras se extrañan, esas platicas
infantiles de cómo les fue en el aula ese día, aquello de qué te dijo la
maestra o el maestro de la tarea que había encargado, hoy ya no se oyen. Todo
es un yelmo desolado. Y en las avenidas aledañas a las escuelas es un desierto,
tanto que el que vende raspaditos no se ve, tampoco la Señora que vende los
antojitos, que si las empanadas de molida o de pollo, los chiles rellenos,
platanitos fritos y, las ricas tostadas con su guarnición, rociada de queso
despolvoreado y ese aroma riquísimo ya no se siente en el ambiente. Todo está
desértico dentro de los planteles, los patios de juego solos, las aulas vacías,
la voz inconfundible del docente
silenciada, bueno con decirles que hasta
las sombras de los árboles extrañan a los niños que en esas horas de intenso
calor, si, a la hora del recreo o la
hora tomar su desayuno o simplemente el lonche que les puso su mamá en la
maleta, debajo de esos árboles se escondían de el sol abrasador, pero que no
les quitaba el gusto de la convivencia y compartir algún bocadillo con el amigo
o amiga más intimo.
Hoy todo ha cambiado, el modo de vida de los seres humanos en el planeta es otro, el motivo es sabido de todos pero no todos han podido digerir los nuevos tiempos con aislamientos de adultos mayores, al igual que a los niños con tal preservar la experiencia obtenida a lo largo de los años para que sean absorbidas por la nuevas generaciones, generaciones que tenemos que cuidar y educar con tal que la raza humana no sucumba al paso de la pandemia o de las fuerzas naturales dadas en terremotos desbastadores, ciclones, huracanes y, para oriente los muy agresivos tifones.
Hoy sus voces amorosas ya no se
escuchan, mi amor de verano, mi primer amor, amor de estudiante ya se terminó.
JOSÉ MANUEL
REFORMA, CHIAPAS, MÉXICO
A 01 DE DICIEMBRE 2020