CUATRO AÑOS
A cuatro años de vivir en sobriedad, hoy me siento contento por haber aprendido cosas que no tenía a mi alcance por estar con la copas encima la mayor parte del día, todo da comienzo un fin de mes de mayo allá por el dos mil ocho en el restaurante de un amigo denominado ¨Las brisas del santuario¨ lugar donde con frecuencia llegaba a degustar su comida de marisco y pescados, por supuesto tomar las cervezas que tanto me han gustado, ese día en especial fui con unos proveedores de medicamentos que me invitaron, a decir verdad en contra de mi voluntad porque me sentía indispuesto, pero en fin a tanta insistencia y poca resistencia accedí a acompañarlos a pesar que para la hora que me hicieron la oferta había comido, ya estando allá vinieron las primeras ¨chelas¨- cervezas-, las botanas, de paso llego un trio que ni tardos ni perezoso le propusimos que nos tocaran algunas canciones de su repertorio y, como que ese es su oficio se arrancan con las primeras, como tres regalos, luna de octubre, el andariego y muchas otras que cuando uno está con la euforia de las ¨chelas¨ son de las más clásicas, el momento era grato, muy grato la plática con los señores era amena, debes en cuando se soltaban unos gorgoritos, ahí me incluyo porque a mí sí que me gusta soltarlos muy seguido e incluso no dejo de tocar algunos tonos musicales en mi guitarra, nunca me aprendo una canción en formalidad le agarro algunos versos y los demás los dejo en el olvido –soy muy malo para aprender la letras de canciones-, estando en ese estado de alegría casi desbordada me llego las ganas de fumar, costumbre que tenía a esa fecha medio año que no lo hacía, pero Candelario mi proveedor de medicamentos me dice, pues si ya dejaste de fumar no fumes para qué? Y en efecto no fume, vinieron más canciones a petición del empresario que estaba ya entrado en aviente, más ¨chelas¨ más botanas, no hay dudas lo más normal de una bohemia improvisada pero con ganas de echar larga la parranda, pero no fue así ya que me sentí molesto de una rodilla –la izquierda- lugar donde sentí frialdad como si me hubiese caído agua de hielo, por lo que constantemente me sacudía el pantalón, no, no había sido nada que me haya caído el mal era por dentro y de verdad en ese momento no le hice el menor caso a las insistencias del cuerpo que reclamaba atención, pasaron las horas y de vueltas al pueblo ya que el restaurante de Carlos Mario queda a las afueras de la Ciudad, pues ya que me dejan en mi casa aquellos amigos, tome un baño, acto que para mí era costumbre y después a dormir, al otro día que cayo domingo me acuerdo de eso perfectamente bien, pos que la sigo en mi casa sin dar atención a los reclamos de mis meniscos que se seguían congelados, total termino de pasar el domingo, ah¡ pero al otro día, día de ir a la farmacia las dos piernas estaban como frías –solo por dentro- ahora se le unió el estómago, no aceptaba nada de alimentos, porciones chicas de líquidos, si al caso un poquito muy chico de alimentos sólidos, ese fue el comienzo de una larga enfermedad, enfermedad que he capitalizado en aprendizaje de la máquina que ahora ocupo, costumbre que agradezco de por vida a mi cuñado Mauro Conchas Muñiz –esposo de mi hermanita Gladis-; desde hace cuatro años les he contado anécdotas, genealogías, vivencias y algunas que otras fantasías que se me han ocurrido, quiero decir por último que la maquina es mi mundo, tengo cuenta en Facebook y en twitter, aprendí a subir música, fotos, bajar datos, en fin este es mi mundo dentro de mi casita y de las ¨chelas¨ aun que se me antojan sigo teniendo tapada la botella, solo me resta agradecer desde el fondo de mi corazón a todos aquellos que han visitado este portal, saludos y que estén bien……
JOSÉ MANUEL
REFORMA, CHIAPAS, MÉXICO
A 27 DE MAYO 2012